miércoles, 22 de mayo de 2013

El tratado de la pintura

por Leonardo da Vinci



Este libro, publicado en la Imprenta Real de Madrid en 1827, no habría llegado a mis manos sin Google Books, donde está disponible en formato PDF.
En esta primera entrega abordo solamente el texto de Da Vinci y trato de mencionar escuetamente aquello que me parece más importante, aunque sé que otros individuos podrán sacar mucho mayor partido que yo de las enseñanzas de este maestro de la pintura. Algunos de sus consejos forman párrafos largos, otros son frases sentenciosas. Este no es un estudio exhaustivo, pues requeriría mucho más espacio y tiempo; espero próximamente analizar cuestiones particulares de manera más completa.
Después de la dedicatoria y un prólogo del traductor, así como una biografía de Leonardo, redactada por Rafael du Fresne, en la página 3 de la numeración arábiga comienza propiamente el tratado. Desde el primer párrafo Da Vinci expresa el orden en que considera que un aspirante a pintor deberá estudiar: 1) perspectiva, 2) dibujo de imitación y 3) dibujo del natural; en este orden, más o menos, desarrollará las ideas que esboza en las primeras páginas. Sin embargo, su texto no parece tener una intención tan sistémica como podría pensarse, sino una unidad flexible que lleva a lector de un tema a otro según lo consideró más oportuno Leonardo.
Entre otras cosas, se declara constantemente en contra de la especialización, como en el párrafo V), que creo vale la pena transcribir:

De ningún modo merece alabanza el Pintor que solo sabe hacer una cosa, como un desnudo, una cabeza, los pliegues, animales, países ú otras cosas particulares a éste tenor; pues no habrá ingenio tan torpe, que aplicado á una cosa sola, practicándola continuamente, no venga a ejecutarla bien.

En el párrafo VII encontramos el siguiente consejo: “Estúdiese primero la ciencia, y luego la práctica que se deduce de ella.”
Más adelante, en el párrafo XI, sentencia: “El pintor que en nada duda, pocos progresos hará en el arte.” ¡Cuánta falta hace esta duda, para la pintura o para cualquier otra actividad!
Líneas abajo, en el párrafo XV asegura que “más aprovechan las críticas de los enemigos, que las alabanzas de los amigos”.
Ahora bien, el maestro recomienda usar siempre modelo, pues en el párrafo XX declara: “El que crea que en su imaginación conserva todos los efectos de la naturaleza, se engaña, porque nuestra memoria no tiene tanta capacidad y asi en todo es menester consultar con el natural cada parte por sí.”
En el párrafo XXI declara:

Siempre debe anhelar el Pintor ser universal, porque si unas cosas las hace bien y otras mal, le faltará todavia mucha dignidad, como á algunos que solo estudian el desnudo, según la perfecta proporción y simetría, y no advierten su variedad: porque bien puede un hombre ser proporcionado, y ser al mismo tiempo grueso, alto, algo bajo, delgado o de medianas carnes; y asi el que no pone cuidado en esta variedad, hará siempre sus figuras de estampa, y merecerá gran reprension.

Y en el párrafo XLIV insiste sobre este tema: “Uno de los defectos del Pintor será el repetir en un mismo cuadro los mismos movimientos y pliegues de una figura en otra, y sacar parecidos los rostros”.

He aquí algunos otros aspectos que plantea a lo largo del libro:
·         Necesidad de conocer la estructura del cuerpo humano (párrafo XLIII)
·         Necesidad de contemplar la proporción de la figura (párrafo XLV)
·         División de la pintura en figura y color (XLVII)
·         Expresión corporal (párrafo L)
·         Composición total de la obra (párrafo LIV)
·         La perspectiva también se expresa en el color (párrafo CVII)
·         Necesidad de contrastes en la pintura (párrafo CXXXVII)
·         Relación entre músculos contrarios durante los movimientos corporales (párrafo CLXXXIV)
·         Función de las figuras secundarias (párrafo CLXXXVII; es más o menos la función que cumple el coro en una tragedia griega, según lo entiendo)
·         El desplazamiento del peso durante los movimientos (párrafos CC-CCIII)
·         Importancia de copiar del natural, hacer pausas durante el trabajo y pedir opinión ajena (párrafo CCLXXIV)
·         Apreciación de obras pictóricas (párrafo CCCXXXV)
·         Los tres elementos de la perspectiva: 1) disminución de tamaño de las figuras, 2) disminución de los colores y 3) oscurecimiento y confusión de contornos (párrafo CCCXL)
·         Representación de la ropa (párrafo CCCLVIII)

El libro presenta muchos aspectos vigentes, aplicables no sólo a la pintura, sino incluso a ese arte ya en extinción llamado cómic (pensemos en la uniformidad en los personajes, justificada en cierta medida en el cómic mexicano, debido a los tiempos de entrega, pero totalmente inexplicable en trabajos que exigen cuando mucho una página al día, como la obra de Rob Liefeld); sin embargo, hay otros aspectos, como la descripción (casi prescripción) de la expresión corporal, que sería forzado aplicar hoy día, pues esta varía de cultura en cultura y de una época en otra: podemos ahora sospechar de qué ideas estéticas salen las estatuas de Cristóbal Colón parando un taxi (como diría Manolito Gafotas) o de Cuauhtémoc posando en una pasarela, con la pierna adelantada. Su teoría de color y sus consejos para calcular proporciones y perspectiva merecen estudios aparte.
En fin, mucho más que este recorrido a vuelo de pájaro, al lector interesado le aprovechará estudiar el texto completo, interrogar la obra de Leonardo y, desde luego, aplicar los consejos que le sean más propicios:

¡Felices prácticas, artistas!