martes, 19 de mayo de 2015

¿Qué vamos a hacer?




Amo a mi país. Mentira que sólo tengamos un pasado poético y hermosos destinos turísticos. Mentira que los mexicanos seamos ese tipo dormitando debajo de un cactus, o borrachos violentos y chillones. De que los hay, los hay, pero somos muchos los mexicanos que trabajamos más allá del horario buscando la excelencia. Muchos estudiantes mexicanos ganan concursos internacionales de matemáticas o de robótica. Muchos atletas mexicanos destacan, no en futbol ni en gimnasia olímpica, pero sí en boxeo, en tae kwon do y en supermaratones. Tenemos grandes pensadores, inventores, escritores, pintores, músicos... contamos con una cultura diversa, rica, generosa. Tenemos todavía sentido de la familia, aunque poco a poco se pierde debido a la influencia anglosajona. ¡Somos un gran país! Desgraciadamente, ya nadie piensa en el México que dio refugio a desplazados de dictaduras, sino en el México narco.¿Por qué nos va tan mal a la mayoría? En gran parte, debido a pésimas costumbres que se enraizaron desde la época de la Colonia: la venta de cargos no la instituyó el PRI, sino la Corona Española. He aquí el problema más importante que afrontamos ahora: una clase política egoísta, corrupta, parásita, codiciosa en exceso, ignorante, fanática, hipócrita y arrogante.
Un partido que se dice ecológico y al cual lo que menos interesa es el cuidado del medioambiente: http://www.cronica.com.mx/notas/2004/112879.html
Un presidente que hace declaraciones inexplicables, a menos que las haga en estado de inconsciencia o de intoxicación: http://mexico.cnn.com/nacional/2015/03/10/mexico-lleva-decadas-de-gran-estabilidad-politica-y-social-pena-nieto
Un Instituto Nacional Electoral que se burla de sus compatriotas, como Lorenzo Córdova: http://www.proceso.com.mx/?p=404753
Una Secretaría de Educación Pública cuya misión verdadera es extremadamente dudoso que sea el progreso del país: http://www.sinembargo.mx/16-05-2015/1344550
Ni qué decir de aquella izquierda corrupta y millonaria, dividida y traicionera; de los jueces que lamen las botas de la Interpol; de aquellos que deberían proteger a los ciudadanos y los asesinan; de aquellos para quienes los feminicidios y las desapariciones no son cosa que valga la pena atender; ni qué decir de los verdaderos gobernantes: los narcotraficantes.
No nos quieran ver la cara: quien es un cerdo en la vida privada no puede ser honesto en la vida pública (modifico una declaración de Sanjuana Martínez).

Creen que el mexicano ya está domesticado, pues han trabajado durante décadas en ello; están muy confiados en que México ya no tiene valentía para otra revolución, pero nos están orillando a eso. ¿Qué vamos a hacer?