Representación de la avaricia, Francia, ca. 1440-1450. Fuente: discardingimages.com.
“Cada
pueblo tiene el gobierno que se merece.” Eso repiten como pericos muchas personas en mi país,
pero me niego a comulgar con esa idea. Si yo pensara que merecemos a nuestra
clase política, tendría una pésima idea de mí mismo y de mi gente; necesitaría
ser un masoquista o un estúpido. En definitiva no nos merecemos a este conjunto
de corruptos, ignorantes y mercachifles que ostentan el poder.
En una sociedad tradicional, la casta política (los guerreros o kshatriyas) gobierna, pero siempre
obedeciendo a la casta de sabios (los brâhmanes).
Eso no es posible ahora ni aquí: aquellos que nos gobiernan no son guerreros
sino comerciantes. Su obsesión por el poder enmascara una obsesión por el lujo
y la comodidad: quieren el poder político solamente para hacer negocios a su
antojo, pasando por encima de los demás, agotando los recursos naturales y
hurgando como perros en busca de fisuras legales para despojar a quien estorbe
sus planes. Ellos ven el derecho sólo como una herramienta para legitimar sus
negocios, y si las leyes se les oponen, entonces las cambian como si nada.
¿Puede haber algo más aberrante?
El problema no es que hagan negocios, sino que el poder sea usado
con ese fin. No pueden gobernar de otra manera, no puede ni pasarles por la
cabeza gobernar por el bien común, no está en su naturaleza porque son comerciantes,
no estadistas. Aman los lujos demasiado como para pensar ni un poco en su
propio país. Ni siquiera tienen la idea (supravalorada, por lo demás) de un
Estado-nación. Para ellos el país son sus propios parientes, sus amantes y sus
socios comerciales.
Ante esta situación, no es de asombrarse que la última casta, los
esclavos, esté tomando poder desde hace décadas por medios brutales. Mientras
los políticos están demasiado ocupados en cómo negociar con los bienes de la
nación para después despilfarrar en lujos que son una vergüenza, o en sacar de
problemas a sus hijos mimados e irresponsables (unos verdaderos monstruos)
gente que no tiene nada que perder se une como carne de cañón al crimen
organizado, haciendo lo posible por que le toque una rebanada del pastel. Pero
es que los mismos comerciantes-políticos son responsables de que exista cada
vez más gente que no tiene nada, al agrandar la brecha entre ricos y pobres.
Si nuestro país tiene serios problemas no es porque los mexicanos
seamos mejores o peores que la gente de otros países: es por las malas
decisiones que han tomado nuestros políticos durante el proceso histórico del
país, incluso desde el Virreinato, esa turbia etapa que ha dejado herencias tan
profundas como la venta de cargos públicos. Aunque muchos mexicanos disfruten
denigrando a su propio pueblo (acción absurda pero muy conveniente para los comerciantes-políticos), somos muchos los mexicanos trabajadores, solidarios,
creativos, pensantes.
No merecemos a Rosario Robles acusando a las mujeres indígenas de
tener hijos para recibir limosnas, después del despojo histórico y sistemático
de tierras y bienes por parte de los gobiernos criollos y mestizos;1 ni
llevando a cabo programas de "nutrición" con comida basura.2
No merecemos a las autoridades hipócritas solapando el despojo del sitio
sagrado de Wirikuta contra los wixárika por intereses mineros.3
No merecemos tener en puestos políticos a
perturbados mentales como Carlos Roger Priego Huesca,4 ni que salgan de la cárcel sin mayor problema fanáticos como Juan Iván Peña Néder (de segundo apellido
libanés o sirio, pero no germánico, por cierto).5
No merecemos pagar pensiones vitalicias a los magistrados
electorales6 sólo por la codicia de algunos políticos y la pereza de
otros (como si no fuera suficiente mantener a los expresidentes).7
No; en definitiva no nos merecemos estos gobernantes.
6. http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/05/16/pension-vitalicia-millonaria-a-magistrados-electorales-6830.html
7. http://www.animalpolitico.com/2013/01/pensiones-vitalicias-a-ex-presidentes-no-tienen-sustento-legal-investigadores/#axzz32BTJjFvX
Bibliografía
recomendada:
Guénon,
René, Autoridad espiritual y poder
temporal, 1929.
Sanz Tapia, Ángel, “La
justicia en venta. El beneficio de cargos americanos de audiencia bajo Carlos
II (1683-1700), en Anuario de
Estudios americanos, enero-junio de 2012, Sevilla.