jueves, 6 de marzo de 2014

La “princesa” que inducía al suicidio


Imagen:
http://commons.wikimedia.org/wiki/File:LA2-vx06-konsthallen-skulptur.jpg 

No seré apapachador. Una vez más, la tecnología se usa para lo que no fue hecha: el blog La manzana envenenada, escrito por un(a) tal “Sakuritha Princesa” es una muestra de la ceguera y el egoísmo de nuestra cultura occidental y moderna, que en esta ocasión se ensaña contra las niñas y las adolescentes. Es una de tantas páginas de “amigas de Ana y Mía” (anorexia y bulimia), con un catálogo enorme de “concejos” [sic], por ejemplo, sobre cómo vomitar sin ser descubierta o qué tipo de alimentos se vomita con mayor facilidad, así como una serie de “máximas” que constituyen un verdadero plan de enajenación y muerte.
La anorexia y la bulimia son sólo dos de las enfermedades de hoy (tan terribles como absurdas), junto con la vigorexia, la ebriorexia, la acumulación de objetos o de animales, la compra compulsiva, la depresión, el estrés, la adicción a sustancias psicoactivas, a las compras, a las redes sociales, a las cirugías… la mayoría de estos padecimientos ni siquiera eran imaginables hace unas décadas.
Se sabe que uno de los factores que desencadenan las dos primeras enfermedades de la lista es la presión social y familiar: a la mujer se le exige ser “perfecta”, ya sea directamente, como cuando en casa se le solicita mucha mayor cooperación que al hombre; o veladamente, como cuando los medios de comunicación bombardean a la gente con un modelo de belleza europeo que la mayor parte de la humanidad jamás alcanzará. Hay que decir que 1) entre los mismos europeos, pocos tienen las características de complexión y estatura de este modelo, y 2) no es sólo un modelo excluyente, sino además distorsionado.
En muchas páginas de internet como la mencionada, las personas con anorexia o con bulimia se autodenominan “princesas”, y al prejuicio racial se unen el de clase y el de género. ¿De dónde sale ese significado torcido de la palabra princesa? Las princesas de verdad (como Ana del Reino Unido) tienen muchas actividades más importantes que vomitar o mirar la báscula. Sin que quiera simplificar las cosas ni hablar de una sola causa, ¡cuánto daño han hecho las películas de Disney, la industria de la moda y la cosmética! No sería justo atribuirles toda la responsabilidad, pero hay que reconocer que contribuyen con gran entusiasmo a agravar muchos problemas derivados de la falta de autoaceptación. Como es de esperarse, la postura de la autora de la citada página es de cerrazón absoluta desde las primeras líneas, que transcribo a continuación:

¿Para que entran en este blog?
¡¡¡Si no les gusta no entren!!!

Les doy un concejo, si este blog no les importa tanto como el tema de ana y mia pues no me importa. Nada mas reserven sus comentarios para alguien que les importe.Eh leido sus comentarios insultanto al blog y a las princesas, en lugar de hacer algo al respecto escriben esos comentarios que no nos afectan en nada. Ademas, este blog no es para wannas, es para las princesas!!! que hacen aqui otras personas que no lo son?Pues, yo creo que ustedes (los que entran en este blog, leen los concejos, tips, etc) lo que quieren es buscar la forma de poder pertenecer a nosotras.Nos tienen envidia porque las princesas somos perfectas, delgadas, muy bellas y todos nos quieren. Pero a ustedes no, son feas, gordas, aun mas inseguras que nosotras.

Ojalá que todas las incongruencias, las pésimas redacción y ortografía fueran suficientes para que nadie entendiera una palabra de esa página. Más valdría que el (la) autor(a) nunca hubiera aprendido a teclear. El egoísmo y el odio a la vida por parte de esta persona no se limitan a sí misma: su propósito evidente es manipular a otros y agudizar su enfermedad, como lo demuestra un análisis de su discurso:

Yo defiendo a las princesas, no es que me importen sus comentarios pero algunas veces pueden ofender a las princesas y no dejare que pase eso.

Para todas mis queridas princesas, estoy con ustedes, las defiendo, y cuando ya la luz se halla apagado en sus corazones pueden buscarme y yo sere la que consiga prender ese fuego que nos une. [Sic. El resalte tipográfico es mío.]


A quien me responda que cada cual es libre de hacer lo que quiera con su vida, le recuerdo que en efecto así es… si se trata de una persona irresponsable. Nadie que sea consciente acabará con su vida, pues no le pertenece (en el mejor de los casos comprenderá que le pertenece a la Divinidad, llámenle como quieran, y en el menos malo de los casos, pensará que le pertenece a su sociedad); y antes de que me repliquen, aclaro que exceptuamos de esta lógica a los enfermos terminales y a aquellos que sacrifican su vida en el cumplimiento de su deber. Nadie que sea responsable es realmente libre, o mejor dicho, sólo se puede ser libre en el sentido que menciona Titus Burkhardt respecto del ajedrez: siguiendo las reglas de cada pieza, las posibilidades son indefinidas; por el contrario, querer romper la Ley (así, con mayúscula) sólo garantiza que uno mismo se rompa contra ella.
Pero, por si fuera poco, ¿quién es “Sakuritha Princesa”? ¿Es que siquiera se puede tener la certeza de su identidad? Hombre o mujer, adolescente o adulta, ¡no se sabe! (de la tercera edad no puede ser, por su pésima redacción y limitadísimo lenguaje). Y sin embargo, muchas niñas y niños la(o) convierten en su guía.
Los autores de este tipo de páginas ¿tienen un problema? Sí. ¿Tienen el derecho de recibir ayuda? Indudablemente. ¿Tienen derecho a no ser juzgados por su enfermedad? Claro. ¿Tienen derecho a ser felices? ¡También! ¿Tienen derecho de expresarse libremente? Sí… hasta cierto punto: el derecho que no tienen es el de inducir a otros a la muerte. Reproduzco, únicamente como materia de reflexión, el capítulo IV del Código Penal para el Distrito Federal:

CAPÍTULO IV
AYUDA O INDUCCIÓN AL SUICIDIO
ARTÍCULO 142. Al que ayude a otro para que se prive de la vida, se le impondrá prisión de uno a cinco años, si el suicidio se consuma. Si el agente prestare el auxilio hasta el punto de ejecutar él mismo la muerte, la pena aplicable será de cuatro a diez años de prisión.
Al que induzca a otro para que se prive de la vida, se le impondrá prisión de tres a ocho años, si el suicidio se consuma.
Si el suicidio no se consuma, por causas ajenas a la voluntad del que induce o ayuda, pero sí se causan lesiones, se impondrá las dos terceras partes de la pena anterior, sin que exceda de la pena que corresponda a las lesiones de que se trate. Si no se causan éstas, la pena será de una cuarta parte de las señaladas en este artículo.

ARTÍCULO 143. Si la persona a quien se induce o ayuda al suicidio fuere menor de edad o no tuviere capacidad de comprender la relevancia de su conducta o determinarse de acuerdo con esa comprensión, se impondrán al homicida o inductor las sanciones señaladas al homicidio calificado o a las lesiones calificadas.

Artículo 143 Bis. En los supuestos previstos en los dos artículos anteriores no integran los elementos del cuerpo del delito de ayuda o inducción al suicidio, las conductas realizadas por el personal de salud correspondiente para los efectos del cumplimiento de las disposiciones establecidas en la Ley de Voluntad Anticipada para el Distrito Federal.
Tampoco integran los elementos del cuerpo del delito previstos en el párrafo anterior, las conductas realizadas conforme a las disposiciones establecidas en la Ley de Voluntad Anticipada para el Distrito Federal suscritas y realizadas por el solicitante o representante, en el Documento de Voluntad Anticipada o el Formato expedido por la Secretaría de Salud para los efectos legales a que haya lugar.*

Las pesquisas de victimarios y víctimas podrían ser realizadas por un cuerpo de ciberpolicía... si no hubiera que atender otros problemas, tan graves como la pornografía infantil. Ignoro si en México pueda ser tipificada como delito la inducción al suicidio por medios electrónicos y si estos consejos, con posibles consecuencias mortales a largo plazo, califican legalmente como tales, aunque no proporcionen directamente los medios materiales para el suicidio. Pero más allá de las legislaciones, que siempre son perfectibles, estos consejos de amigas de ana y mía son un crimen, aun cuando sus autores ni siquiera lo entiendan.
Por último, ante esta avalancha de factores que propician tales enfermedades, los padres tenemos la obligación de estar atentos a nuestros hijos y proporcionarles las herramientas para evitarlas, que incluyen una formación integral en valores, el combate a los estereotipos, la eliminación de la violencia intrafamiliar y la promoción de hábitos sanos como la alimentación y el ejercicio físico adecuados, entre otros.

* NOTA: “Código penal para el Distrito Federal”, en Gaceta Oficial del Distrito Federal, 16 de Julio de 2002, pp. 32-33:

Página que hace daño:

Información sobre trastornos alimentarios: