miércoles, 21 de agosto de 2013

Hacia una sociedad de cobardes homicidas



Dejé de publicar en mi blog ante la disyuntiva de escribir o no sobre la muerte de Martha Karina Torres Jorge. Me pareció inmoral la sola idea de ser más leído por tratar esa desgracia. Hoy es distinto: la noticia se enfrió; paradójicamente, ahora es importante mantener vigente el tema, el cual se conecta con diversos problemas de nuestro país. Con hipocresía exacerbada por las campañas mediáticas estadounidenses, afectamos indignación ante la discriminación que sufren las mujeres en algunos países del mundo árabe. ¿Y las muertas de Juárez? ¿Y la explotación sexual en México, perpetrada incluso contra bebés? Todo esto me hace refelxionar acerca de algunas cosas muy lamentables que suceden en nuestra sociedad:
·      Concepción y refuerzo del maltrato a la mujer como algo “normal”. Comienza con situaciones tan simples como el que hombres traten a mujeres a gritos y empujones, las humillen, las insulten. Karina intentó dejar a Cristian, al ver que era posesivo, pero fue tarde. El testimonio de los amigos del asesino es de que él ni siquiera peleaba contra otros hombres (al igual que el microbusero violador). Los “chicos malos”, los agresivos, son promovidos como ideal masculino en el cine, la televisión, la industria discográfica y la literatura… en la vida real pueden ser la puerta al infierno. Un solo piquete de arma punzocortante puede ser mortal; Cristian le asestó 25 puñaladas a Karina, una muestra reiterada de odio y cobardía.
·      Expectativa de impunidad por parte de los agresores. ¿De qué otro modo puede ser, cuando ni siquiera en los casos más vergonzosos, como los de las muertas de Juárez o en los crímenes de Acteal se ha aplicado la justicia? Recuerdo, sólo como un ejemplo de ineficacia en la impartición de justicia, que el microbusero violador escapó “sin que sus custodios se dieran cuenta”. Si no se hubiera lesionado al caer, tal vez seguiría libre. No sé qué haya sido de esa carga inútil de la sociedad, pero espero que los impuestos no le estén pagando ya cuidados médicos.
·      Nula valoración de la vida ajena. Este problema se agrava conforme nuestra sociedad se vuelve más materialista y hueca; era mitigado hasta cierto punto por las religiones, la moral (sí, esa palabra tan manoseada por la derecha), incluso por la caballerosidad, aunque no es más que otro matiz del androcentrismo. Los medios de comunicación tienen un papel vital en esta aberración moderna: por un lado muchos libros, películas y series de televisión glorifican al asesino serial, al narcotraficante, al soldado imperialista o a cualquier otro capaz de infligir daño; por el otro, presentan a la mujer como un objeto al servicio del hombre. No es tan simple como que tal asesino haya visto alguna vez una mala película, eso sería simplificar demasiado las cosas: se trata de una campaña constante, masiva y altamente persuasiva, en combinación con otros factores. ¿Recuerdan el tratamiento sensacionalista en los medios al caso tan ridículamente llamado del “caníbal poeta”(¡!)? En vez de realizar un análisis serio, los comentaristas de la televisión aprovecharon para presumir su cultura literaria y cinematográfica, sin acercarse siquiera al fondo del asunto.
·      Pérdida de la noción de límites. Cristian apuñaló a Karina por haber roto la relación. El “crimen pasional” puede sonar muy deslumbrante en canciones cursis, pero es una realidad indignante. ¿Esto se relacionará con padres permisivos e hijos que crecen creyendo merecerlo todo? Una vez más, hablo del fenómeno en el contexto amplio de una sociedad. ¿Recuerdan a la joven que mató a sus padres porque no le prestaron el automóvil? ¿O los casos recientes de padres que matan bebés porque éstos no paran de llorar? El desarrollo mental de estos homicidas es el de un niño que hace berrinche hasta conseguir lo que quiere… pero matan. En su visión distorsionada de las cosas, algunos se consideran a sí mismos “valientes”, pero son lo contrario: incapaces de resistir ni la más mínima frustración, sin ninguna fuerza y que nada tienen para aportar a la sociedad. ¿Y qué decir de aquellos que gozan la impunidad que da el dinero o el poder político de papá?
·      La sociedad civil está prácticamente sola. Cristian fue capturado gracias a una reportera; de no ser así, andaría libre y tranquilo, vendiendo helados o causando lástima en algún otro estado del país. La mayoría de los ciudadanos hemos sido educados para ser víctimas pasivas. Es hora de cambiar esto. Sólo queda protegernos nosotros mismos y entre parientes, vecinos, compañeros de trabajo; educar a nuestros hijos en el respeto pero también en la defensa y en el sentido de tribu; practicar una cultura del autocuidado y estrechar la comunicación entre familiares. No queremos estos males.

Fuentes:
Imagen: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/e1/Drought.jpg