La Ortografía de la Real Academia Española (edición de 2010) es un documento que puede despejar bastantes dudas y plantea muchas otras. Una de las inquietudes que me deja es acerca de la utilidad de cierto criterio para la puntuación de los diálogos. La Ortografía indica en su página 376:
c) Cuando el
comentario del narrador no va introducido por un verbo de lengua y el
parlamento precedente constituye un enunciado completo, las palabras del
personaje se cierran con punto —o, según sea el caso, con cierre de
interrogación, de exclamación o puntos suspensivos— y el inciso del narrador se
inicia con mayúscula:
—No
se moleste. —Cerró la puerta y salió
de mala gana.[...]
—¿Puedo
irme ya? —Se puso en pie con gesto decidido.
—Si
te viera tu madre... —Lágrimas de emoción asomaban a sus ojos mientras contemplaba,
arrobado, la escena.
—No
te preocupes. —Le sostuvo la mirada, desafiante—. Sabré encontrar la solución
sin tu ayuda.
¿Por qué preferiría no acatar este criterio?
1)
Porque en los libros que he leído a lo largo de mi carrera, ya sea por placer o por trabajo, publicados por diversas editoriales (incluso textos de los sellos y
autores más prestigiosos, ya sean en sus divisiones españolas o latinoamericanas), francamente casi nunca se aplica.
2)
Porque su utilidad no es evidente. ¿Su uso mejora en algo el texto?, ¿lo hace
más comprensible? ¿Qué se supone que nos indica su uso?, ¿que el verbo con que
inicia la intervención del narrador no es “de lengua”? ¿Acaso no lo sabemos ya
con la sola lectura del mismo verbo, como cerró
en el primer ejemplo?
3)
Porque no es claro en qué casos aplicarlo. ¿Hacer una pausa, callarse, modificar el volumen, suspirar o gimotear mientras se habla son verbos “de lengua”? Podríamos discutir la pregunta anterior sin llegar a un acuerdo. (El chiste con lamer o lengüetear es demasiado evidente). ¿Y si el verbo
“de lengua” no va al inicio, sino al final o en medio de la intervención del
narrador, como en los siguientes ejemplos?
—No
se moleste. —Carolina habló por fin.
—No
se moleste. —Se levantó al tiempo que hablaba.
—Yo
lo sé. —Con voz de indignación repite.
Creo que daríamos a entender exactamente lo mismo si lo hubiéramos redactado así:
—No se moleste —habló por fin Carolina.
—No se moleste —habló al tiempo que se levantaba.
—Yo lo sé —repite con voz de indignación.
Entonces, nuevamente, ¿de qué sirve ese detalle de puntuación?
4)
Porque el “cazar” estos detalles nos puede distraer de verdaderos errores y
erratas que se hallen incluso en el mismo enunciado.
Así, pues, si alguien me puede dar una explicación de para qué diantres guardar ese escrúpulo, que me parece un verdadero tiquismiquis, lo agradeceré mucho. Sospecho que podría explicarse desde la gramática y no desde la ortografía. Mientras tanto, acato instrucciones.
Valdemar, de acuerdo contigo. Me parece absurdo tal criterio de puntuación, nada más sirve para complicar la escritura y ponerle tropezones a la lectura. Por supuesto que no lo acataré (a menos que en una editorial me lo impusieran como criterio de corrección, ahí sí ni modo. Lo bueno que corrijo poca prosa literaria). Seguiré escribiendo de la manera tradicional que mencionas, en bien mío y de mis lectores. Esos puntos colados en los diálogos son como cacas de mosca sobre la superficie de un flan.
ResponderEliminarHola, Gloria. Me da gusto volver a leerte. Gracias por tu comentario.
EliminarValdemar, es difícil decidir. Quizás desde la perspectiva del escritor, pero no del público lector. Habría que evaluar qué motiva o emociona más al lector, aveces esos pequeños detalles aclaran algo, destacan o separan.
ResponderEliminarsaludos