V. M. de Abella, Manila, 1878
Pelea de gallos en filipinas, hacia 1890.
Fuente de la imagen: http://philippineamericanwar.webs.com/background.htm
Las peleas de gallos más antiguas de las que sabemos se realizaban en Asia. Hace 2500 años ya se llevaban a cabo en China y llegaron a Filipinas probablemente por vínculo directo. En muchos países, incluidos Filipinas y México (excepto en la capital del segundo) se trata de una actividad legal.
En la Biblioteca Digital Hispánica encontramos un curioso y breve libro titulado Manual nang sasabungin, un manual para el criador de gallos de pelea, “escrito en castellano por V. M. de Abella.” Cabe preguntarse si fue escrito en tagalog por otro autor y de ahí traducido al castellano, o si el proceso fue inverso.
El libro está formado en dos columnas: en la izquierda se lee el texto en español y en la derecha, en tagalog. La primera parte incluye una descripción del animal. Se asienta la diferencia entre “manoc, nombre genérico, y sasabungin, propiamente dicho gallo de pelea”.1 Esta parte del texto es rica en datos, algunos meramente curiosos o culturales, por ejemplo: “dícese que el gallo es originario de la Pérsia, donde abundan de un modo estraordinario y es el reló viviente de los Derviches.”2
A continuación se da una lista de diez razas de gallos, entre las que llaman la atención el “Gallo moñudo. -Procedente de América”,3 y el “Gallo de Cambodge”, del que se afirma que “estos fueron los primeros gallos que trajeron a Filipinas los españoles, y de esta raza descienden indudablemente los que hoy existen en el país.”4 (Las cursivas son mías.) Le damos al texto el beneficio de la duda, aunque, dada la cercanía geográfica entre Camboya y Filipinas (cosa que no cambió con la funesta llegada de los españoles), pensamos que esta afirmación sólo es un reflejo de ese prurito de imperio hispánico, que encontramos con particular énfasis en los textos hispanófilos del siglo XIX.
En la página 10 encontramos una descripción del gallo: “El buen gallo por lo general es aquel que tiene fuego en los ojos, arrogancia en el andar y tiene proporciones regulares; esto es, que ni la cabeza es grande, ni las patas largas, ni el cuello largo con relación a su cuerpo”. Esta descripción nos puede sonar bastante curiosa, pues habla del animal como si se tratara e un ser humano, en vez de describir, por ejemplo, los movimientos corporales. Al no tener los gallos el recurso expresivo de las pupilas, cabe preguntarnos ¿cómo es el “fuego en los ojos”? Sobra decir que la descripción de las proporciones es también sumamente vaga.
Lo que sigue ya es una españolada moderna, mezquina y descarada con todas las de la ley: “Los hombres, que de todo saben sacar partido para su diversión y recreo, han sabido poner en movimiento ese ódio tan invencible que Dios ha puesto entre gallo y gallo, cultivándolo con tanto arte que los combates de corral ha llegado a ser un espectáculo digno de la curiosidad de los pueblos.”5 Para nosotros la actividad del combate, ya sea animal o humano, es algo que rebasa con mucho el vano significado del “recreo”, pero profundizar en tal asunto rebasaría los propósitos de esta reseña.
Sin embargo, en la página 13, este mismo texto nos da una enseñanza acerca del combatiente: “Es estremadamente celoso, pero no las maltrata [a las gallinas] guardando sus iras para sus competidores los otros gallos” y de inmediato nos regala el autor con su expresión poética, como sacada de una novela de caballerías: “Si está en el corral y se aproxima otro gallo, corre hacia él furioso y llenos los ojos de fuego; [...].”6
En las siguientes páginas, el autor explica cómo cuidar al gallo, aspectos que son aplicables, con las modificaciones pertinentes, para un humano que se dedique a la pelea: alimentación adecuada, evitar la inactividad, acostumbrarse al público, cuidados físicos específicos (por ejemplo para los dedos), manejo adecuado de la sexualidad (¡así como lo leen!), entrenamiento con sparring , y tratamientos de diversas enfermedades. En este último rubro llama la atención la entrada acerca del garrotillo, donde se aconseja el aporte de los negros de cuba: “debe intentarse su curación, pelándole la garganta por fuera y haciéndole algunos puntos en la piel con una chireta hecha brasa. Después se le dará á beber á la fuerza agua salada, metiéndole una, dos ó tres veces por la garganta una pluma mojada en zumo de limón”.7 También se asientan las condiciones en que ha de pelear o evitar la pelea (cuidar este aspecto no vendría mal a algunos boxeadores), “dopaje” con aguardiente (aportación africana) y conocimiento de la pata que diríamos, en Artes Marciales Filipinas, dominante, donde se ha de colocar la navaja.
En las páginas 26 y 27 se da una lista de los colores de los gallos, en tagalog, y en la 28, la parte misteriosa del libro, reservada a los galleros de habla filipina (en tagalog en ambas columnas del impreso): las señales para conocer los buenos gallos de pelea, que se distinguen en las escamas de las patas. Aunque con cierta ambigüedad, el texto dice también que los gallos de colores claros son mejores para la pelea en los climas calurosos, y los oscuros, para los climas fríos.
En la página 31 vemos un comentario que nos recuerda al ser humano, pues, por ejemplo, los golpeadores de mujeres suelen se cobardes ante otros hombres: “El gallo que en cualquiera ocasión pelea con una gallina, suele ser de malas condiciones para la pelea.”8
La segunda parte del libro asienta algunas de las reglas que se seguían entonces en las galleras. Algunas de estas reglas sería muy bueno aplicarlas a ciertos deportes de combate, por ejemplo, el artículo 32, donde se dice, en el segundo punto, que la pelea se da por terminada “Cuando cualquiera de ellos huye por cobardía”.9 ¡El público boxístico podría haberse ahorrado buena parte de la pelea Paquiao-Mosley, posterior a la caída del estadounidense a la lona, si se aplicara esta regla!
Pelea de gallos en filipinas, a principios del siglo xix
Fuente de la imagen: http://tl.wikipedia.org/wiki/Talaksan:Philippine_cockfight,_early_1800s.jpg
Los artículos 63 y 64 remiten a un caso que nos parecería inaudito en peleas humanas: la posibilidad de que el muerto durante la pelea resulte ganador. Obviamente, no podían faltar los artículos referentes a la legislación que regulaba las apuestas, los lugares y los momentos autorizados para llevar a cabo las peleas.
El gran escritor filipino José Rizal, en su novela independentista Noli me tangere, criticó severamente las peleas de gallos, como una actividad enajenante, cuyas apuestas dañaban a la sociedad de su país. Algunas personas comparan la pelea de gallos con la fiesta brava, al respecto de lo cual mencionaremos una diferencia fundamental: los gallos pelean en condiciones de mayor igualdad; mientras que, al no haber posible igualdad entre toro y hombre, se sobrecompensa la debilidad humana con la cantidad de verdugos, además de las prácticas desleales conocidas por todo mundo.
Sin duda las peleas de gallos, mientras existan, seguirán siendo una práctica polémica, pero de lo que sí podemos estar seguros, es de que el gallo ha ganado a pulso que se le asocie inmediatamente con la valentía, la constancia y la protección. Hay mucho que aprender de estos nobles animales.
Valdemar Ramírez Loaeza
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NOTAS:
1. Manual nang sasabungin, De Abella, V. M., p. 5.
2. Idem.
3. Op. Cit. p. 6
4. Idem.
5. Op. Cit. p. 11.
6. Op. Cit. p. 13.
7. Op. Cit. p. 21.
8. Op. Cit. p. 31.
9. Op. Cit. p. 37.
BIBLIOGRAFÍA:
http://bibliotecadigitalhispanica.bne.es/view/action/singleViewer.do?dvs=1349985751183~189&locale=es_MX&VIEWER_URL=/view/action/singleViewer.do?&DELIVERY_RULE_ID=10&frameId=1&usePid1=true&usePid2=true [Consultada en octubre de 2012].
http://www.gallospedragliofarm.com/porquesejustifican.html [Consultada en octubre de 2012].
Val:¿ es un cuento?, ¿es un ensayo?, mi ignorancia en el tema, y el conocerte, sé que te gusta crear una confusión en tu lectora ingenua, me hacen pensar que me mientes a la manera de Borges con su Tlön, Tertius...
ResponderEliminarBuu, no sé
No mentiría en cuanto a Filipinas, mi querida Reyna: es reseña de un libro que encontré en la Biblioteca Digital Hispánica. Pasa un poco como con los tigres en la India: las familias nobles que estuvieron a punto de exterminarlos son las mismas que ahora donaron sus territorios de caza como reservas ecológicas. La nación que tanto saqueó y destruyó ahora digitaliza sus archivos y permite acceder a textos que de otro modo nos sería imposible conocer. Este es el vínculo para su página principal:
Eliminarhttp://www.bne.es/es/Catalogos/BibliotecaDigitalHispanica/Inicio/index.html
Gracias por visitar este, tu espacio. Te envío un abrazo