Benito Taibo
Planeta, 2013
El primer libro que leo de Benito Taibo y ya pienso que su obra me será tan entrañable como la de Paco Ignacio Taibo II y la de Eugenio Aguirre. Y es que su protagonista, Timoteo, alias Señor Delfos, exhibe una candidez que resulta conmovedora, al grado de que dan ganas de gritarle: “¡Te van a matar! ¿No lo entiendes?” En este sentido, no puedo evitar acordarme de lo que comenta RIUS acerca de los personajes de Dzib: “No se enteran.” Candidez, sin duda una cualidad extraordinaria en Arcadia, el país caribeño que Benito Taibo nos describe casi tan terrible como el Apokolips de Jack Kirby, gobernado por un dictador rodeado, como es natural, de lujos extravagantes y poder ilimitado.
Y luego están la rebelde Helena con hache y la poética tabaquera Ariana Cimarrón, además de las leyendas fundacionales de ese pequeño país que trata desesperadamente de copiar los usos europeos para “estar a la altura” de naciones a las cuales importa un carajo si existe o no una nación llamada Arcadia, en el exótico Caribe.
Pero nada de esto calaría tan hondo en el lector si no fuera por la capacidad de Benito Taibo para manejar el idioma. Lo digo sin ningún asomo de vergüenza: si no supiera que se trata de este autor mexicano, juraría (al menos por las primeras cien páginas) que su autor es de un país del Caribe. Sorprende, una vez más, cómo Taibo puede hablar de cosas tan terribles como una dictadura, sus chantajes, imposiciones, silencios, asesinatos y traiciones, sin que el lector acabe horrorizado, si no es que encabronado con la vida; sin embargo, la sensación que queda tampoco es de cinismo ni de insinceridad por parte del autor, sino más bien, la idea de la belleza abriéndose paso aun en las circunstancias más horribles, como esos árboles que crecen, contra toda suposición, en la mismísima lava solidificada del Pedregal.
Espero que ambos hermanos Taibo no se molesten por mi comentario (¡vamos, ni que lo fueran a leer!), pero es que me resulta inevitable: por momentos me parece que fueran las dos caras de una misma moneda: de un lado, PIT II mostrando el desengaño ante la brutalidad de un México ahogado en la corrupción y la violencia, por medio de sus novelas de género neopoliciaco; del otro, Benito con sus personajes anclados de un modo más sereno, si se quiere, a la inocencia. Tal vez cambie de opinión cuando termine de leer la obra de ambos, pero de momento pienso preguntar a mi capitán Sandokan si estos escritores abrevaron de la misma literatura que hace repudiar los imperios y amar la libertad.
No he leído nada de este Taibo, de Paco Ignacio me encanta la acuciosidad con la que investiga, lo mucho que sabe, pero con tu reseña me invitas a leer a Benito, por cierto que nuestra maestra Sandra Lorenzano, belleza de mujer, presentó el libro en el Claustro, debe ser muy bueno, gracias por tu escrito.
ResponderEliminarHola, Reyna.
ResponderEliminarDe plano los dos Taibos y Eugenio Aguirre son mis escritores más admirados de Planeta. Mil gracias por tu visita y tu comentario.
Te envío un enorme abrazo.