Actuación:
Ana Laura Espinosa
Dirección:
Bibi Toledo
Asistente de
dirección: Leticia Reséndiz
Guion: Ana
Curiel
El espectáculo de Ana Curiel, interpretado por Ana
Laura Espinosa, prometía cabaret y algo más… y no mentía. El Café 22 se
convirtió en el escenario para cuatro mujeres que enfrentan la soledad: una geisha, una viene viene, una cougar y una reina egipcia.
La habilidad de Ana Laura es
conectarse con el público por medio de su presencia e interpretación, y la de
Ana Curiel hacer que el público no sólo vea y escuche, sino co-construya
personajes ausentes. Esta combinación de talentos se hizo patente desde el
primer monólogo, donde la geisha llamada Koíto relata sus desencuentros con su amor mexicano. El refinamiento para por parte
de ella contrasta con lo burdo de su hombre, que entiende la sexualidad como
una genitalización absoluta, dejando de lado no sólo el resto de la piel, sino
todos los demás sentidos. El público chilango, al parecer acostumbrado a ser
meramente un espectador fuera del “mundo del actor”, tuvo en los primeros
minutos un poco de trabajo para interactuar con Koíto (quien realizó un casi onírico
baile del abanico, con un velo que flameaba magnífico en el modesto foro), pero
al poco tiempo se vio atrapado en una camaradería de doble sentido con la
nipona.
Por su parte, la viene viene,
junto a un compañero invisible (y ciego, faltaba más), relató su relación con el
luchador Quinto Sol, quien al parecer no sólo encuentra placer en el sexo
brutal, sino también en ser atendido como buen macho. En medio de las risas, la
mujer desliza una frase que cito de memoria: “Otras nacimos para ser madreadas”,
pues su excéntrico macho gusta también de usarla a ella para practicar sus llaves.
La cougar no podía ocupar mejor lugar en la secuencia. Es un personaje
profundamente creíble y humano que despierta la empatía del público. Hace su
aparición con una rutina que no es para los vouyers
por azar, sino para sí misma, pues está tratando de escribir poesía erótica, aunque,
en sus propias palabras, consigue “puros pinches lugares comunes”. Pasa de un
estado de ánimo a otro con una gran naturalidad: desde la confidencia gozosa
del último encuentro con un jovencito, que relata a su amiga por teléfono, hasta
la venganza contra el exesposo y luego al dolor por el engaño; de ahí transita a
la incomunicación con su amiga, al parecer aburrida de escuchar lo mismo (“tampoco
me la paso tan padre, les bailo, me ven la celulitis, y cuando se van estoy
peor que antes”), al fingimiento con la madre de uno de sus amantes (se hace
pasar por “una compañera de la escuela”) y de ahí a la seducción fallida con el
muchachito (que aún depende de sus padres), a la molestia, a la súplica, a la
furia… y a la soledad.
Para cuando la reina egipcia hace
su aparición, el público ya está totalmente en sus manos. Con un lenguaje de
barriada, este personaje peculiar hace un retrato de costumbres exóticas y
sorpresas, no siempre afortunadas, vividas durante sus viajes por diversas zonas
mediterráneas. Elogia la inteligencia y la belleza de Cleopatra y ridiculiza
los clichés del porno.
En el origen de la comedia está la
intención de exhibir los vicios de la sociedad para hacer reflexionar al
público por medio del humor. Después de haber disfrutado la obra y de haber
reído no sólo con el guion sino con los pequeños detalles de improvisación, me
queda abierta la pregunta: ¿de verdad los hombres mexicanos tenemos una idea
tan burda de la sexualidad, y más aún, de la relación de pareja en sí?
Querido Valdemar:
ResponderEliminarTe saludamos las que escribimos: Ana Curiel, autora de Caída Libre, Bibi Toledo, la directora de la actriz que representa a los personajes citados, Koíto (La japonesa) Lucha (La viene, viene y esposa del Quinto Sol) La Cougar (Karla) Cleopatra (La reina egipcia) Todas ellas soy yo. Ana Laura Espinosa. Sé que es una locura. Soy conciente -al menos- Pero en mi deseo estaba hacer Teatro Cabaret, he visto tanto, he vivido tanto, sé de tantas vidas femeninas. He interpretado a más de 100 mujeres en el Programa de T.V. Azteca Lo que Callamos las Mujeres y leído a las mujeres que habitan las hojas de Marguerite Yourcenar, Dario Fo y Franca Rame, Dolores Mastrreta, he hablado con las señoras que van al mercado, las que viajan en el Metro, las viene, viene de la calle y así, sin parar...Me deleito y me desgasto, cada instante de representación dejo algo de mi, algo de ellas me toca, tan profundamente el fondo de mi, ese fondo que me ha hecho desear tanto hablar de ellas. Agradezco que así mismo, aparecieran Ana Curiel y Bibi Toledo, mujeres inventadas para ser cómplices y llevar un nombre. Ellas también están cada noche en escena. Se contonean entre el público, así como el abanico de la nipona koíto.
Agradezco tanto, y te replico con una gran sonrisa y emotividad en mis yemas. Mil gracias por ser, por estar, por escribir. Siento la belleza de tu energía. Un abrazo y hasta pronto.
Ana Laura Espinosa, Ana Curiel y Bibi Toledo, Koíto, Lucha, Cougar y Cleopatra.